jueves, 19 de noviembre de 2015

VIDA PARA VIVIR EN LIBERTAD


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Hola a todos y todas:

Estamos estrenando el mes de noviembre, mes de los santos y mes de los difuntos.
Mes de los que ya no están con nosotros, de los que han pasado de la vida a la muerte y de la muerte a la vida en el Amor de Dios.
Porque, como dice san Pablo: "En la vida y en la muerte, somos del Señor".
Mes de los que han pasado haciendo el bien y ya disfrutan de la paz; de los que ya viven en el Reino que Jesús anunció.
El día siete murió nuestra Hermana Madre María de los Ángeles, que tras varios años ejerciendo el apostolado de la acogida en los hogares, estuvo, durante muchísimo tiempo en la comunidad de Sevilla, dedicada a pedir de puerta en puerta para la manutención de nuestras acogidas. Ella vivió lo que dijo nuestro Padre Fundador en la puerta del hospital Central: "Aunque tenga que mendigar de puerta en puerta por toda la vida, lo haré gustoso buscando pan estas infelices, con tal que no se pierdan".
Este apostolado que exige una gran humildad y paciencia, pues cada puerta a la que llamaba era un misterio, y lo mismo la podían recibir bien que con una ofensa.
Tres cosas caracterizaban a Madre María de los Ángeles: su exquisita sensibilidad, sus detalles y su espíritu de libertad.
Tres características que vivieron San Felipe, el Padre Tejero y Madre Dolores.
En este mes, la Iglesia nos invita a meditar en la muerte. Pero pensar en la muerte no es para ponerse tristes, sino para que miremos un poco nuestra vida sabiendo que llegará el día en que tengamos que volver la vista atrás y ver, como en un espejo, todo lo que hicimos y todo lo que dejamos de hacer; todas nuestras elecciones con sus consecuencias. Como ese momento nos llegará, pues mejor que nos vayamos entrenando ahora, para no llevarnos sorpresas. ¿No os parece?
La Iglesia nos recuerda que es bueno mirar a los santos, cómo vivieron, cuáles fueron sus elecciones y las consecuencias que aquellas elecciones tuvieron, no sólo para ellos, sino para las personas que les rodearon.
Miremos a los santos. Miremos a San Felipe, a nuestros Fundadores. ¿Qué cosas les caracterizaron?
San Felipe fue el hombre libre que eligió a Dios, que le pidió a Dios que le diera su Espíritu, que se lo pidió con tanta insistencia que el Amor de Dios le llenó; fue el hombre que invitaba a todos a ser libres, a elegir en libertad, es decir, sin dejarse condicionar por la sociedad, sino desde el interior del corazón.
El Padre Tejero fue el hombre sensible a la realidad que le rodeaba, sensible a las necesidades de las mujeres esclavas; que le pidió a Dios la fuerza necesaria para ayudarles. Que se lo pidió con tanta insistencia que Dios le concedió fundar una Congregación dedicada a ellas.
Madre Dolores fue la mujer detallista, que sabía todas y cada una de las necesidades de las Hermanas y las acogidas; que le pidió a Dios que todas sintieran su amor. Que se lo pidió con tanta insistencia, que el Señor le concedió ser como Jesús y entregar su vida en una cruz de Amor.
Miremos, durante este mes de noviembre nuestra vida, miremos hacia atrás y hacia adelante.
¿Cuáles son las tres cosas que me caracterizan?, ¿me gustan?
Si me gustan, ¿cómo puedo potenciarlas?, ¿le pido a Dios que potencie en mí esas cualidades que me ha dado?
Si lo que veo no me gusta, ¿por qué no pedir ayuda a Dios para cambiarlo?
Todos tenemos cosas buenas. En nuestra vida tenemos dos macetas: una con flores y otra con malas hierbas. Si le dedicamos toda nuestra atención a la maceta de las malas hierbas, crecerán y se harán más fuertes. Si dejamos esa maceta a un lado y prestamos atención a las cosas buenas que Dios nos ha dado, las regaremos y crecerán y florecerán.
Y, de paso, como nos olvidaremos de "cuidar" la otra maceta, nuestras cosas desagradables se irán secando y encogiendo (aunque seguirán ahí, que ya lo dijo Jesús cuando habló del trigo y la cizaña); pero no nos preocuparán, porque le pediremos a Dios con insistencia que nos ayude a descubrir, como lo hicieron los santos, cuales son los talentos que nos ha dado, y qué quiere que hagamos con ellos.
Cada uno en nuestra condición, pero siempre desde la libertad, sensibilidad y cuidando de que quienes nos rodean se sientan amados y cuidados por nosotros.
Hoy os traemos una canción de Cecilia Ribero, titulada Somos, y que nos recuerda que nuestra vida está hecha de luces y sombras. Dice así:

Somos humo que se esfuma con el viento
somos niebla con semblante de silencios
tierra seca que clama temporales
somos piedra pulida a contratiempo
Somos duda y confusión somos tormenta
turbulencia que de paz vive sedienta
somos balsa que desea llegar a puerto
somos casa y hoguera, somos huerto.


Somos penas que culminan con el llanto
somos roca endurecida con el tiempo
el sutil prejuicio que traiciona
retroceso en caminada de cangrejo.
Y... ¡de nuevo somos danza y movimiento!
vida fértil, noche clara y firmamento,
osadías que nunca viven riesgos
caridad que desemboca en sueños nuevos.

El silencio que exigen las palabras
para hacer desde el fondo el argumento
el acento que pide la tonada
para ser del corazón el alimento
Fortaleza inquebrantable de la hormiga
el plural que nos convoca y nos hermana.
Libertad como único legado
el regalo de un amor ilimitado.

Osadías que nunca viven riesgos
caridad que desemboca en sueños nuevos.

Y recordad que san Pablo también nos dijo que todos somos santos, porque a todos nos quiere el Señor, y al hacernos hijos suyos, nos ha hecho participantes de su naturaleza santa.
¡Potenciemos nuestra santidad!
¡Feliz mes de los santos!

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