domingo, 11 de octubre de 2015

EL QUE ES FIEL EN LAS COSAS PEQUEÑAS LO SERÁ TAMBIÉN EN LAS GRANDES

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Hola a todos y todas:
Este mes de septiembre ha estado lleno de entrañables acontecimientos para todos nosotros.
Y todos ellos relacionados con la fidelidad, la fidelidad de Dios para con nosotros y nuestra fidelidad para con Él.
Porque una cosa pequeña llega a ser grande cuando se mantiene en el tiempo, que es lo más difícil.
Ya san Felipe decía que entre las gracias que hemos de pedir a Dios está la perseverancia; y que es muy fácil comenzar a hacer el bien, pero difícil mantenerse en él.
Y si así era en el siglo XVI, ¡cómo no ha de ser en nuestro siglo XXI!, en el que todo cambia a grandísima velocidad, en el que todos los compromisos son temporales.
Pero, cuando las cosas se mantienen en el tiempo siempre es una alegría para quienes forman parte de ellas.
Este mes, el día de los Dolores Gloriosos de María, se abrió el año jubilar de celebración de los cincuenta años de presencia Filipense en América.
Fidelidad es una palabra clave en esta celebración. M. Rosario Ruiz Pedraza, superiora general de la Congregación cuando se nos solicitó acudir a una misión en Colombia, fue fiel a lo que creyó ser voluntad de Dios, aunque suponía romper unos con esquemas que habían marcado los rumbos de la Congregación durante muchísimos años.
Fidelidad de cada una de las Hermanas que desde España han ido a aquellas tierras y de las Hermanas Colombianas, que hoy están no sólo en su país, sino también en Ecuador, Perú y Kenia.
En este mes en que los jóvenes religiosos se han reunido en Roma con el Papa Francisco, le han preguntado qué pensaba él acerca de que la vida religiosa fuera también temporal, ya que el mundo es tan transitorio actualmente. Y el Papa les ha respondido que es cierto culturalmente hablando, que vivimos en un tiempo muy, muy inestable, tan inestable que parece "un pedazo de tiempo". Pero, les ha dicho, que el cristianismo es la cultura de "lo permanente", porque Dios envió a su Hijo ¡para siempre!, no temporalmente; no para una generación, o para un país, sino para todos y para siempre.
Y les dijo que, incluso en la cultura de lo interino, hay que tomar compromisos definitivos; porque si no se corre el riesgo de desintegrarse como persona.
Dice que este es un criterio de discernimiento vocacional importante.
Y definitivo han sido los compromisos de muchas de las Hermanas que han pasado por la Congregación, aunque es cierto que también hay salidas; han salido jóvenes y no tan jóvenes tanto en España como en Colombia; por eso, tan alegre como la celebración de las bodas de oro de la Congregación es la celebración de las bodas de plata, de oro, de diamantes de las Hermanas que hoy, con nuestras virtudes y nuestros defectos, estamos en el Instituto.
Y, gracias a Dios, también contamos con muchas Hermanas que han llegado a la celebración de las Bodas definitivas con sus lámparas encendidas, y que hoy son el sostén de nuestra Familia Filipense desde el cielo.
Podemos preguntarnos, en un mundo tan cambiante como el nuestro, ¿qué sentido tienen la perseverancia, la fidelidad, la paciencia, el aguante en muchas ocasiones? ¿No es mejor abandonar y empezar otra cosa?
Hay un cuento que dice que un joven vio cómo una mariposa se esforzaba por salir del capullo en que había pasado de gusano a mariposa. Vio lo difícil que le resultaba cada uno de los movimientos para salir por un pequeño agujero que había hecho en lo alto del capullo, por lo que decidió ayudarle y rompió el capullo para que la mariposa quedara libre. Lo que sucedió fue que la mariposa, libre de pronto de su "cárcel", quiso emprender vuelo, pero sus alas carecían de la fuerza necesaria para hacerlo, pues no se habían ejercitado saliendo del capullo.
El resultado fue que la mariposa terminó los días de su vida con unas alas muy hermosas pero sin poder volar.
La paciencia diaria en las pequeñas cosas, la perseverancia en las adversidades y en los sufrimientos es lo que da valor a nuestras vidas y lo que nos permite ser cada día mejor personas.
Madre Dolores nos decía que a nosotras Dios nos nos lleva por los caminos de lo extraordinario, de las grandes cosas. Los y las filipenses estamos llamados a una fidelidad de pequeñas cosas, que casi siempre es más pesada que una fidelidad de grandes cosas; porque lo extraordinario nos parece que es más valorado, pero lo pequeño de cada día es lo que nos cuesta.
Encontrarnos el periódico fuera de su sitio, que no hay leche en la nevera cuando voy a buscarla, o que no me gusta el programa que se está viendo en casa, tener que colaborar con las limpiezas o la preparación de la comida o de la mesa... que cuando me he esforzado en hacer la comida de un modo especial nadie se dé cuenta, o que sólo se fijen en un pequeño detalle que está mal, sin mirar todo lo demás que está perfecto.
Que el jefe nos encargue más trabajo del habitual, porque algún compañero o compañera se consigue escabullir siempre de hacer el trabajo pesado...
Todos estos pequeños detalles de la vida son los que exigen de nosotros esa paciencia, fidelidad y perseverancia que, con el tiempo, harán que volemos alto, y que nuestras "alas" nos lleven más allá, mucho más allá en la felicidad, de lo que jamás hubiéramos podido imaginar.
Sí, como filipenses estamos llamados a la perseverancia en las pequeñas y pesadas cargas de cada día, para poder "volar alto", y no como la mariposa del cuento; como san Felipe, como las Hermanas que han celebrado sus bodas de plata, oro o diamantes, como la Congregación en América.
Durante este mes os invito a mirar no el capullo del que nos cuesta salir, sino las alas que nos harán volar.
Y, durante el mes del Rosario, recordemos que María de Nazaret no hizo grandes cosas, sino que hizo grandes las pequeñas cosas de cada día poniendo amor en ellas.
Os abrazan,
Vuestras Hermanas del equipo de Fundadores.