viernes, 31 de julio de 2015

SI NO MUERO POR TI

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Hola a todos y todas:
El 31 de julio es un día grande para cuantos somos Filipenses Hijos e Hijas de María Dolorosa, porque un día como hoy murió Madre Dolores Márquez, nuestra Fundadora.

La vida está llega de días grandes, días de vida y días de muerte, días de risas y días de llanto; porque, como dice el libro del Eclesiastés en su capítulo 3, hay un tiempo para cada cosa.

En 1904 el 31 de julio fue día de llanto, porque era día de muerte. Hoy, después de más de un siglo (ciento once años exactamente), es día de gozo, porque Madre Dolores sigue viva.

Viva en la Congregación, en las religiosas que la formamos, en nuestras niñas y niños, en nuestros alumnos y alumnas, en nuestras mujeres y en sus hijos; en nuestros educadores, trabajadores, colaboradores. Viva en los cientos de mujeres y hombres que, después de muchos años o de pocos, aún se sienten parte de nuestra familia.

Imágenes de la Eucaristía de acción de gracias nuestra capilla
de Puente Genil (31 de julio de 2015).
Pero hoy, día de gozo, también es día de tristeza, porque hoy, con una sencilla misa de acción de gracias, hemos dicho adiós a Puente Genil después de más de medio siglo. 

Hacía ya años que nos vimos obligadas a cerrar el hogar de acogida, y tras tener nuestros locales al servicio de varias asociaciones de caridad del pueblo, el único apostolado que ya realizaba la comunidad era el de ser testimonio de fidelidad y perseverancia en la oración y en el amor, pese a la avanzada edad de todas ellas.

Como en la vida de las personas, en la vida de las congregaciones también hay llegadas y salidas, saludos y despedidas; y hoy nos tocaba despedirnos de un pueblo (ya ciudad) al que hemos querido y por el que nos hemos sentido queridas.

Nos tocaba decir adiós a una etapa en la vida de nuestra familia, nos tocaba "morir".

Pero no nos importa morir, porque como cristianas, como filipenses, estamos convencidas de que no nos quitan la vida, la damos. Y la damos con gusto porque sabemos que somos como el grano de trigo enterrado, que se rompe y se desgarra para dar vida en forma de nueva espiga.

Es una lección que ya nos enseñó Madre Dolores, que aceptó perder la vida mucho antes de morir;  y siendo anciana voló alto encerrada en la pequeña habitación del "de profundis". 

Ella supo lo que es cerrar casas, como la de Jerez, la primera después de Sevilla, como la de Santa Victoria en Córdoba y la de Almería; 

y también tuvo experiencia de llegadas y salidas, de jóvenes que se recuperaban y jóvenes que volvían a la prostitución; de Hermanas que entraban y también se iban, como Madre Rosario, que murió dejando un gran ejemplo en la Congregación, o como otras que abandonaron el Instituto.

Aprendamos que el vivir encierra un morir, que el morir no es malo, es un paso, es avanzar hacia Dios, que sabe "por dónde y cómo hemos de seguir adelante".

Hoy he encontrado una canción que habla de esto. Se encuentra en el disco "Tierra", y su autora se llama Almudena. Creo que ella lo explica mejor que yo, por eso os invito a escucharla.

Dice:
Si no muero por ti
no creceré en tus campos
No habrá frutos que arrancar
ni semillas que sembrar
en esta tierra.
Si no muero por ti
no habrá hombres que aprendan
a amar sin esperar
a luchar sin descansar
adentrándose en tus sendas
si no salgo de mi
si no voy hacia ti,
daré vueltas y vueltas
quedando en mi.
Si no muero por ti
daré vueltas y vueltas...

Y, la verdad, creo que no merece la pena dar vueltas y vueltas, aunque también es cierto que lo hacemos muchas veces, quizás demasiadas.



Que tengáis todos un feliz mes de agosto.
Os abrazan con cariño vuestras hermanas del Equipo de Fundadores.