Mayo siempre ha sido el mes de las flores, flores en las
macetas, flores en los jardines, flores para las madres, flores para María, la
Madre de todos,…
Mayo es, casi siempre, el mes de Pascua, el mes de Jesús
resucitado, el mes en que la Iglesia se alegra una y mil veces. Se alegra por
saber que el Amor de Dios es más fuerte que la muerte, se alegra por la venida
y presencia del Espíritu Santo en el mundo, en la Iglesia, en cada uno de
nosotros y nosotras.
En el mes de mayo los Filipenses celebramos dos
acontecimientos muy importantes para nosotros: el nacimiento de nuestro
Fundador, el Padre Tejero el once de mayo de 1825 en Garray (Soria), y la
fiesta (en el día de su muerte) de San Felipe Neri, nuestro patrón (o como
decimos a veces, de nuestro “abuelo”), por ser el fundador de las Congregaciones
del Oratorio, a las que perteneció el Padre Tejero, y por ser el inspirador y
modelo de nuestra espiritualidad.
¡Un mes bonito el de mayo!
Por eso, con nuestro fundador, y con san Pablo en su carta a
los Filipenses (que parece escrita para nosotros) os digo: ¡Alegraos!,
¡Alegraos una y mil veces!
Alegraos porque la vida ha vencido a la muerte, alegraos
porque nuestras pequeñas (o grandes) muertes de cada día son al mismo tiempo
resurrecciones, avances hacia la meta de nuestro camino, que es la
identificación con Cristo.
Alegraos porque en nuestro mundo de hoy no sólo hay corrupción
y guerras y muerte y genocidios y catástrofes.
Alegraos porque cada acto de amor, de superación, de
justicia y aceptación de la voluntad de Dios hace presente el Reino de Dios
venciendo a la oscuridad y la muerte.
Alegraos por el testimonio que nos dan tantos mártires que,
frente al dolor y la muerte siguen fieles al mensaje de amor infinito e
incondicional de Cristo. Y sufren y mueren como Cristo, diciendo “Padre,
perdónales porque no saben lo que hacen”.
Alegraos porque toda la Iglesia les acompaña, y su sangre,
como la de los apóstoles y los primeros cristianos es fuente de vida para la
Iglesia.
Alegraos porque, aunque nuestra fe se haya adormecido,
aunque nuestra fe sea débil y sigamos eligiendo la comodidad y huyendo de la
dificultad, los mártires son una gran fuente de fuerza y Amor para toda la
Iglesia, y en ella nosotros.
¡Alegraos! e intentad vivir vuestra vida como ese camino de
fe iniciado por Jesucristo, seguido por María y por San Felipe, continuado por
el P. Tejero y M. Dolores, y vivido ahora por todos los que nos sentimos
Filipenses Hijos e Hijas de María Dolorosa.
En la Congregación, como en la Iglesia, celebramos en Mayo el
mes de María, nuestra Madre. Y a ella, como buenos hijos e hijas, le llevamos
nuestros ramos de flores, que si algunas veces son de rosas, muchas más son
esfuerzo, sacrificio y superación.
Madre Dolores, cuando ya no era Superiora General, tuvo que
viajar desde Málaga a Granada, y allí recibió la propuesta de una nueva
fundación. Al recibir la negativa de Sevilla, ofreció sus lágrimas a María como
un pequeño ramito de Violetas.
Imitemos a nuestros fundadores, ofrezcamos nuestras dificultades y penas a María, como pequeños ramitos de violetas, y podremos alegrarnos viendo cómo florecen y crecen esas pequeñitas flores de nuestros sacrificios.
Que tengáis un muy buen mes de mayo y no se os olvide lo que
nos recomiendan a los Filipenses:
¡Alegraos una y mil veces!
Os abraza,
El equipo de Fundadores.
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